Hace una década
Con trabajo en equipo, Grumetes marcaron récord en la Vuelta a la Isla Quiriquina
Los protagonistas de esta marca son Cabos que hoy cumplen servicio en diversos lugares del país, los que con esfuerzo y perseverancia fortalecieron su espíritu marinero.
La Armada de Chile ha acuñado un sinnúmero de tradiciones y costumbres. Éstas van desde valores, estilo de vida, vocabulario, hasta las propias artes marineras, las que se transmiten a las nuevas generaciones de marinos, principalmente, en la Escuela de Grumetes "Alejandro Navarrete Cisterna".
En la formación integral que reciben los Grumetes está la práctica de los deportes náuticos – entre ellos la boga – tradicional actividad marinera que se desarrolla en un bote de dos toneladas, 9,10 metros de eslora y 2,76 de manga, maniobrado manualmente con remos, que miden entre 3 y 5 metros.
Su ejercicio requiere de coordinación, destreza, habilidad, técnicas de navegación, buen liderazgo, pero sobre todo trabajo en equipo. Los bogadores, divididos en proeles y popeles, reman a un mismo ritmo bajo las órdenes de un patrón. En el plantel de formación de Gente de Mar existe una competencia de boga conocida como "Vuelta a la Isla Quiriquina", en la que siete botes representando a cada una de las Divisiones recorren 5 millas náuticas (9 kilómetros 260 metros), teniendo como punto de inicio y meta el muelle norte de la isla.
El Director de la Escuela, Capitán de Navío Jaime Ortega, señaló que esta actividad se realiza a fin de año, cuando los alumnos completan la formación disciplinaria, naval y física. "Está orientada a formar en los jóvenes el espíritu de trabajo en equipo para lograr un determinado objetivo, lo que es básico para que se desempeñen en el mar", comenta.
Tiempo récord: 1 hora 20 minutos
La versión del 2005 de la "Vuelta a la Isla Quiriquia" está plasmada en la memoria de los 24 remeros que representaron a la Segunda División, quienes en tiempo récord de 1 hora 20 minutos obtuvieron el primer lugar, luego de tres meses de entrenamiento físico, mental y técnicas marineras; registro que en una década no ha sido superado, considerando que la prueba se desarrolla en 2 horas como promedio.
Ansiedad, nerviosismo, euforia, adrenalina y el entusiasmo de ganar eran los principales sentimientos entre los competidores. Los entonces Grumetes Javier Guzmán, Frank Ottermann, Dany Aravena y Rodrigo Williams, fueron parte de ese equipo, los que hoy comparten esa vivencia.
Testimonios
El Cabo Guzmán, dotación de la Capitanía de Puerto de San Vicente, relató que a media mañana comenzaron los preparativos para la carrera, "se nos designaron los puestos en la embarcación y habían buenas condiciones para navegar. El entrenamiento siempre estuvo orientado a ganar, estábamos preparados para ello, pero nunca pensando en marcar un récord".
El Cabo Ottermann, dotación del Centro de Abastecimiento Talcahuano, quien fue uno de los popeles, recuerda al Cabo 2º Eric Parra, su compañero de bancada. Comenta que la competencia comenzó muy fuerte entre los equipos. "Antes de dar la vuelta en el Muelle Sur nos alejamos del resto de las embarcaciones, llegamos a la meta y aún no veíamos al siguiente bote. Hubo cansancio, músculos agotados, pero seguimos adelante con todo lo que teníamos: el espíritu, el corazón, la fuerza física que obtuvimos en el entrenamiento y el apoyo del jefe de curso, el entonces Sargento 2º Jorge Hernández".
Dos proeles de la embarcación fueron el Cabo Aravena, dotación del Submarino "Simpson", y Rodrigo Williams, hoy Profesor de Educación Física y entrenador del seleccionado de atletismo de la Escuela, quien señala que de esa experiencia saca lecciones para motivar a sus alumnos, enseñándoles que la unión de esfuerzos es fundamental para conseguir los objetivos. "En esa oportunidad nosotros cumplimos de principio a fin, plasmando el lema de la Armada de "Vencer o Morir"".
En tanto, el Cabo Aravena rememoró las largas horas de entrenamiento que rindieron sus frutos desde el primer momento de la competencia. "El esfuerzo y la voluntad fueron fundamentales para ganar. La perseverancia y aportando lo mejor de cada uno nos permitió salir adelante, lo que agradezco a mis compañeros".
Tras 10 años, esta es una historia que sus protagonistas comparten con sus camaradas de armas, la que más allá del esfuerzo físico, deja una lección de aprendizaje y un trabajo en equipo bien hecho, que sirve para fortalecer el espíritu marinero.